Presa de Sabaneta: la verdad debajo de sus aguas


Por Carlitos Jiménez
San Juan, República Dominicana

Mientras el país mira con asombro el desbordamiento de la presa de Sabaneta, en San Juan, pocos se detienen a pensar en lo que yace bajo sus aguas. Lo que parece un triunfo de la naturaleza es, en realidad, el reflejo de años de abandono institucional y negligencia ambiental. Bajo ese lago que alimenta al valle late una advertencia que el Estado ha preferido ignorar.


En este tramo final de la temporada ciclónica de 2025, el Distrito Municipal Sabaneta, en San Juan, se ha convertido en el epicentro de la atención nacional. Las autoridades de emergencia y decenas de curiosos han dirigido su mirada hacia la presa que domina el paisaje, hoy rebosante de agua y vertiendo por el llamado “hoyo de virola”. Un espectáculo tan imponente como inquietante.

Sin embargo, la verdadera historia no flota en la superficie. Bajo ese espejo sereno que refleja las montañas del sur, se esconde una realidad menos visible y más alarmante. 


Expertos en recursos naturales e ingeniería hidráulica advierten que el lago de la presa de Sabaneta no está lleno solo de agua. En su fondo se acumulan años de sedimentos, un espeso depósito de abandono y descuido estatal que ha reducido de forma significativa la capacidad real del embalse.


El problema no es nuevo. Desde marzo de 1998, cuando la presa fue rehabilitada durante el gobierno del doctor Leonel Fernández, ninguna administración ha asumido con responsabilidad el mantenimiento de esta infraestructura vital. Desde entonces, la presa ha sido condenada al olvido, como si el país no comprendiera que su deterioro amenaza la vida misma del valle de San Juan.



Hoy, mientras las lluvias colman el vaso y los ríos rugen río arriba, la presa de Sabaneta se levanta como una metáfora de la gestión pública dominicana: brillante en apariencia, pero colmada de sedimentos en su interior. Cada capa de lodo acumulada bajo sus aguas es un recordatorio de promesas incumplidas, de la ausencia de planificación, y del silencio con que solemos enterrar los problemas que no queremos mirar de frente.


Quizás ha llegado el momento de mirar más allá del agua que corre por el vertedero y los ríos, preguntarnos qué tanto hemos aprendido a cuidar lo que nos sostiene. La presa de Sabaneta no solo es un cuerpo de agua: es un espejo de nuestra relación con la tierra, con el tiempo y con la responsabilidad. Cada metro cúbico de sedimento es una lección que seguimos posponiendo, un testimonio del olvido que arrastra la corriente.

Si no despertamos ahora, será la naturaleza —y no la historia— quien escriba el desenlace de esta advertencia sumergida.


El autor es periodista y locutor




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